El lunes, tuvimos la tercera
tertulia de este año. El relato de esta semana, “El idiota” de Gabriel Jiménez
Emán de las lecturas publicada en BREVE Y EN LUNES (2 de octubre de 2017),
destaca por la capacidad del autor para describir con tanta minuciosidad un
simple dedo.
Continuamos leyendo un magnífico
cuento de Nasrudín: ¿Saben de qué les voy a hablar? La sabiduría y humor de Nasrudín siempre
consiguen arrancarnos una sonrisa.
Comentamos los libros que pusimos
en circulación la sesión anterior:
“VAMOS A CAZAR UN OSO”. Cuento
circular con diálogos repetitivos (proviene de una canción) que facilitan al
niño su memorización. Pobre oso, ¡mira que no dejarle entrar!
“PINTORES”. Un cuento con divertidas
ilustraciones de Suzy Lee, que nos llevan a nuestra infancia mucho más creativa
que la actual y como siempre acabamos pensando que cualquier tiempo pasado fue
mejor. De paso, repasamos algunos libros
que hemos visto del mismo ilustrador: “Sombras” y “La ola”.
Pili, fiel a su palabra, nos leyó
otra versión de “Jack y la Muerte” con un final más dulcificado. Versiones hay
montones, el final es ineludible.
Tenemos nuevos libros de adultos
pasa saciar nuestra hambre de lectura: “La Uruguaya” de Pedro Mairal y “Hôzuki, la librería de
Mitsuko” de Aki Shimazaki.
Y para leer en familia:
Para finalizar una poesía de Begoña Abad:
EL ACEITE
En lugar de decirme te quiero,
mi padre me regalaba aceite
y mi madre me cosía la ropa.
Les domaron de niños de esta manera
y aún peor...
Nacer en aquel tiempo oscuro
en que, a falta de pan,
se comían las palabras mejores
y olvidaban su significado.
Me ha llevado toda la vida
aprender su idioma,
pero me han quedado secuelas:
nunca coso por si acaso
y cuando miro el aceite
las manos me llevan a tu encuentro
y escribo poemas.
Para aprender a amar
hay que nacer muchas veces.
mi padre me regalaba aceite
y mi madre me cosía la ropa.
Les domaron de niños de esta manera
y aún peor...
Nacer en aquel tiempo oscuro
en que, a falta de pan,
se comían las palabras mejores
y olvidaban su significado.
Me ha llevado toda la vida
aprender su idioma,
pero me han quedado secuelas:
nunca coso por si acaso
y cuando miro el aceite
las manos me llevan a tu encuentro
y escribo poemas.
Para aprender a amar
hay que nacer muchas veces.
Begoña
Gómez
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