Tan sólo una semana después de nuestra última
tertulia nos hemos vuelto a juntar para compartir un ratito de lectura en voz
alta. Hemos comenzado con “Ladrón de sábado”, intentando seguir la línea de:
Breve y en lunes (7 de noviembre) de las Bibliotecas Escolares de Aragón, un
relato de Gabriel García Márquez que fue concebido para realizar talleres de
guión de cine. Su inesperado desenlace nos ha hecho sonreír a todas, y hemos
coincidido en que bien podría ser el argumento de una obra de teatro.
Aprovechando que García Márquez es
considerado el máximo exponente del realismo mágico, hemos leído algunos
fragmentos característicos de este género literario. Así, hemos levitado con
“Remedios la bella” de “Cien años de Soledad”, hemos comprobado que Clara, de
“La Casa de los Espíritus”, tocaba el piano con la tapa cerrada, y nos ha
inundado la misma nostalgia que invadió a los que probaron el pastel nupcial
hecho por Tita en “Como agua para chocolate”. Además, hemos aprendido que en
los tres primeros libros de la última ganadora del Premio Planeta, Dolores
Redondo, algunos críticos han detectado lo que han dado a conocer como
“realismo mágico a la navarra”.
Por fin ha llegado el momento de hacer
nuestro pequeño homenaje a nuestra querida Gloria Fuertes. Tras hacer un breve repaso
a su interesante y, en ocasiones, aciaga vida, una a una hemos leído en voz
alta alguno de sus poemas. Conforme lo íbamos haciendo, nos hemos dado cuenta
de que, más allá de “Doña Pitu Piturra”, Gloria Fuertes fue una maravillosa
poeta (que no “poetisa”, ya que no le gustaba que la llamaran así) cuya figura
no ha sido lo suficientemente valorada y reconocida en nuestro país.
Y Para terminar la tertulia, unos versos de
Quevedo, “Amor constante más allá de la muerte”, una poesía que a más de una
nos ha trasportado a nuestros años de instituto.
Ana Rosa López
Me ha gustado que se mantenga viva la cultura de nuestros abuelos como es el caso de Gabriel García Márquez y Dolores Redondo.
ResponderEliminarUna tertulia muy interesante, con ganas de sumergirnos en cada una de las lecturas o relecturas que se han ido sugiriendo.